jueves, 16 de octubre de 2014

Lo único

Me encanta torturarme a mí mismo con esa nostalgia que sólo puedes disfrutar y sufrir con el paso del tiempo. Cuantos más años tenga un recuerdo, se vuelve mejor y peor a la vez. Es la sensación más agridulce que se me ocurre. Dulce porque ocurrió, y agria porque ya pasó.

El momento en el que uno se casa es, sin duda, de esos que marcan un antes y un después en la vida, y eso convierte sus fotos y vídeos en nostalgia pura. El tipo de nostalgia que permite que afloren sensaciones que creías olvidadas, y que también te obliga a enfrentarte a preguntas que tal vez no te atreviste a responder en su momento. ¿Éramos demasiado jóvenes? Creo que en el fondo siempre hemos sabido la respuesta, pero poco importa que las locuras sean locuras cuando los motivos por los que las cometes son tan buenos.

Pero no es nada de esto lo que hace que me resista a enseñarles el vídeo de la boda a nuestros hijos, que llevan meses insistiendo con el tema. Lo que temo es algo mucho más tonto. Y es que me da vergüenza. Quizás sea por lo ingenuo que me parece mi yo del pasado, o porque es el único día de mi vida en que me he puesto pajarita y ahora lo encuentro ridículo. Incluso Azahara aún se pregunta por qué narices lleva velo. Pero bueno, el caso es que me da corte y prefiero dejar el vídeo original en el pasado.

Así que he decidido preparar la reedición que merece. Una versión abreviada, pero más bonita, menos cursi, y fiel a mi manera de entender cómo debe ser un recuerdo en formato audiovisual. Por eso lo llevé un paso más allá y me tomé ciertas licencias, como reflexionar sobre la vida que nos aguardaba, ahora que conozco parte de ella. Cuando lo veas entenderás a qué me refiero.

Probablemente esto habría sido el regalo perfecto para un aniversario. Pero, ¿qué fecha señalada puede ser mejor que ésta? Hoy. Porque sí. Soy un fan de hacer este tipo de cosas porque quiero y no porque el calendario manda. Me hace sentir libre, y es algo que necesitamos ahora más que nunca, inmersos en una rutina que nos atropella sin piedad y que desordena nuestras prioridades. Por eso, y también porque acabo de encontrar la canción perfecta para esta historia, me he sentido tan vivo al ver a mi mejor amiga y recordar que seguimos siendo los mismos que en esas imágenes.

“El amor no lo es todo. Es lo único.”



- Esli

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